El Valle del Jerte cuenta con un microclima singular. Es lo que hace especial a las cerezas que allí se producen, entre las que destaca la variedad autóctona de las picotas del Jerte. Esa característica, junto con a abundancia de caza, pesca y vegetación atrajo a la zona a los primeros pobladores, que se asentaron allí con su ganado. Desde entonces, la comarca ha sido testigo de diversos acontecimientos históricos, de los que te hablamos.

Las primeras referencias históricas se sitúan en el año 218 a. C. Se sabe que en esta fecha existían ya pobladores en las tierras que hoy se conocen como Valle del Jerte, agrupados en castros o villas, y que protagonizarían enfrentamientos con las tropas del general cartaginés Aníbal.

Sin embargo, fueron los árabes los que pusieron nombre al principal río de este entorno, el Jerte, al que llamaron “Xerete”. Más tarde, y ya en el sigo XII, Alfonso VIII de Castilla fundó la ciudad de Plasencia, la “perla del Jerte”, cuyo territorio, en las inmediaciones de la Vía de la Plata, había estado ocupado también por los romanos. Esta ciudad, sin formar parte del territorio de la comarca del Valle del Jerte, es hoy un importante dinamizador de la zona y centro de referencia económica y de servicios para sus habitantes.

Panor__mica_de_Cabezuela_del_Valle_2Otra de las referencias históricas sobre el Valle del Jerte se sitúa en el siglo XV. En esta época, hay constancia de la existencia de una aljama, de destacado poder económico, en Cabezuela del Valle. Constituía, junto con la de Plasencia, uno de los asentamientos judíos más importantes de la zona, puesto que alojaba, entre otros, a los administradores de la importante familia nobiliaria de los Zúñiga.

Pero uno de los hechos más destacados entre los ocurridos por estas tierras fue el paso por ellas del emperador Carlos V en su retiro hacia el Monasterio de Yuste, en la vecina Comarca de La Vera. Ocurría el 12 de noviembre de 1556. El emperador atravesó la Garganta de los Infiernos por el Puente Nuevo, siguiendo el recorrido por el que hoy transcurre una ruta senderista que lleva su nombre.

El siglo XVIII supuso un punto de inflexión para la zona, una de cuyas fuentes de riqueza era hasta aquel entonces el castaño. Se produjo una epidemia denominada tinta que llevó a la sustitución de ese cultivo y a la progresiva introducción del cerezo, que, en el siglo XIX era ya el árbol con más presencia en este territorio, ganando terreno a lo largo del siglo XX, hasta convertirse en un símbolo del Valle del Jerte. El cultivo del cerezo es de suma importancia en la economía local y un importante motor turístico, gracias al espectáculo singular que supone la floración de estos árboles.

Terminamos con una última e interesante anotación. En el siglo XIX, el Valle del Jerte sirvió de refugio para los guerrilleros enfrentados a las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia (1808-1814).

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