Las enfermedades del cerezo pueden ser causadas por múltiples agentes. Pese a ser un árbol resistente, la humedad, las heladas o el exceso de agua pueden hacerlo vulnerable a ciertos hongos y bacterias. El cerezo requiere de ciertos cuidados para un correcto crecimiento y la recolección de una buena cosecha. En este post te descubrimos algunas de las enfermedades del cerezo más comunes para que puedas prevenirlas y protejas tu cosecha de sus estragos.
Gomosis
La gomosis es una de las enfermedades del cerezo más habituales. Esta patología es causada por la bacteria Pseudomonas syringae. El cerezo infectado exuda una especie de goma o resina color miel. Entre otros síntomas, destacan los chancros.
Además de por el ataque de esta bacteria, la gomosis, como síntoma puede aparecer por una herida mal curada en el tronco. También por exceso de riego, por las heladas o por una mala poda del árbol. Si se detecta a tiempo, puede curarse limpiando la herida y cicatrizándola con productos específicos.
Antracnosis
Esta patalogía la causan el ataque de algunos hongos, como el Blumeriella jaapii. Se caracteriza por la aparición de manchas hundidas de diversos colores en las hojas. También por la necrosis en los nervios de las mismas, así como en tallos, frutos o flores, lo que puede derivar en el marchitamiento y muerte de los tejidos. En el caso de los cerezos, el daño más grave afecta al pedúnculo del fruto.
Las temperaturas suaves y la humedad favorecen la aparición de la antracnosis. Para combatirla, son muy importantes los tratamientos preventivos, ya que los curativos no resultan eficaces. Es aconsejable fertilizar bien tu árbol para mejorar sus defensas y eliminar las hojas o frutos dañados. Para una prevención y tratamiento exhaustivos pueden utilizarse fungicidas que ataquen directamente al hongo.
Monilia
Otra de las enfermedades del cerezo es la monilia o “podredumbre marrón”. Es causada por los hongos Monilinia laxa y Monilinia fructigena. Se manifiesta como una “momificación de los frutos o de las flores”. Las hojas y los brotes se queman y desecan, y los frutos se ennegrecen. Gracias a esta momificación, pueden permanecer intactos durante el invierno y provocar la infección en el siguiente ciclo. Para evitar la aparición de estas enfermedades del cerezo debe realizarse una poda apropiada y destruir las partes del árbol afectadas (momias). También restringir el abonado nitrogenado y aumentar ligeramente las dosis de fósforo y potasio. Tampoco en este caso resultan eficaces los tratamientos químicos de tipo curativo. Por ello, es recomendable realizar tratamientos de otoño-invierno para reducir la cantidad de inóculo y preventivos para proteger el periodo de vegetación.
Cribado o perdigonada
El cribado o perdigonada es una de las enfermedades del cerezo cuyo origen es más difícil de definir. Puede ser fúngico, bacteriano o vírico. Sin embargo, es fácil de distinguir a simple vista. La caracterizan unos agujeros en las hojas del cerezo semejantes a perdigonazos. Esta patología puede provocar la deformación y caída de las cerezas, impidiendo su comercialización. Igual que otras enfermedades, la humedad facilita su aparición pero puede mantenerse activo durante el invierno y atacar la próxima cosecha. Puede tratarse con fungicidas, y prevenirlo es esencial una buena nutrición y fertilización.
Para más información sobre las enfermedades del cerezo y otros árboles, podéis consultar la web de la Junta de Extremadura en el siguiente enlace.