La Denominación de Origen Protegida “Cereza del Jerte” ampara exclusivamente las cerezas producidas en el Norte de la provincia de Cáceres enclavadas en la zona de agricultura de montaña Trasierra-Gredos Sur. Es una zona con unas características físicas, históricas y culturales muy específicas. La cereza se cultiva de modo tradicional, en bancales, y requiere muchas horas de trabajo, debido a las especificidades del terreno. Te hablamos de ello en esta entrada.
Las explotaciones dedicadas al cultivo de cereza del Jerte son de pequeño tamaño. Según los datos del Registro de Productores de la Denominación de Origen Protegido “Cereza del Jerte”, el tamaño medio se sitúa en 1,6 hectáreas, con 4,5 parcelas por explotación.
La mayor parte de las explotaciones de cerezos se cultivan a través de mano de obra familiar, que realiza las tareas principales, especialmente la recolección. Esta tarea requiere de una gran experiencia y pericia, tanto por la delicadeza del fruto, como por ser un proceso totalmente manual, debido a que las características del terreno impiden mecanizar el proceso de recolección.
Trabajos en campo
La recolección de la cereza del Jerte se extiende a lo largo de entre 12 y 15 semanas, en condiciones climatológicas óptimas, abarcando desde finales de abril a principios de agosto.
Una vez que el fruto se ha recolectado, se procede al laboreo, otra fase importante en el cultivo de la Cereza del Jerte, que exige la atención parcial y discontinua del agricultor. También aquí la inversión en horas de trabajo es elevada, por las características del terreno, muy accidentado. Las labores que más tiempo requieren al agricultor son el abonado y arado.
El arado se realiza normalmente tres veces al año. Esta tarea todavía se lleva a cabo recurriendo en gran medida al tiro animal. Esta fase del cultivo de la Cereza del Jerte tiene lugar a finales del verano o inicio de la otoñada, al final del invierno y antes de la floración.
El abonado sigue realizándose también con técnicas tradicionales: uso de estiércoles animales y enterramiento de malas hierbas, complementándose en ocasiones con enmiendas nitrogenadas, cálcicas o potásicas, según las necesidades del suelo.
En las labores de poda incide la distribución de los árboles en la estructura típica de cultivo de la Cereza del Jerte: el bancal. Como la mayoría de los bancales son estrechos, suelen admitir como máximo una línea de árboles. La separación entre ellos oscila mucho, dependiendo del patrón elegido, el más común es de ocho metros, lo que da como resultado plantaciones de 125 árboles por hectárea. Esto significa que las explotaciones del Valle del Jerte son poco intensivas.
En los árboles en explotación, las labores de poda son ligeras, limitándose a aclareos y despuntes. En el caso de los árboles jóvenes, se tiende a formarlos mediante la supresión de ramas y el despunte para obligarlos a ramificar.