Cerezo y cerezal y están presentes en infinidad de leyendas e increíbles relatos, como en el caso de los del Valle del Jerte. Aquí os dejamos cuatro historias que, en diferentes lugares, tienen como protagonista al cerezo.
Sakura y las flores rosáceas
Un cerezal japonés en plena floración se caracteriza por el tono rosáceo de sus flores, frente al blanco de otras especies de cerezo, como los del Valle del Jerte. La leyenda de Sakura trata de explicar el porqué de este color. Sakura era una joven unida con un noble japonés por un matrimonio concertado. Al comenzar la guerra, su esposo es reclutado y parte a la batalla tras regalarle un cerezo.
Después de un tiempo, la joven pierde la esperanza de volver verle y se enamora del joven jardinero que cuida el cerezo. Desafortunadamente, su felicidad será efímera. A su regreso de la guerra, el soldado descubre la traición de Sakura y acaba con su vida y la del jardinero al pie del cerezo. El esposo, dolido, manda cortar el árbol, pero cuando se disponen a hacerlo, observa que las flores blancas han cambiado a un hermoso tono rosáceo. Se debe a la sangre de los amantes, derramada al pie del árbol. Emocionado por su belleza, el noble decide evitar la tala del árbol para poder admirar su hermosura.
El cerezo del padre de George Washington
Cuenta la leyenda, que el padre de George Washington, muy amante de los frutales, había plantado un cerezo al que estimaba por encima de los demás árboles. Un día, el pequeño George, jugando con un hacha, cortó sin pretenderlo el cerezo que su padre tanto estimaba. El cabeza de familia montó en cólera y preguntó a su hijo quién había talado el árbol, a lo que George respondió que no había sido él. El muchacho no tardó en arrepentirse y, al momento, reconoció su acto y pidió perdón por haber talado el frutal. Al contrario de lo que esperaba, su padre no se enfadó, si no que le dijo que para él era más importante la valentía y responsabilidad del pequeño, que haber perdido el cerezo que tanto estimaba.
Monedas romanas en un cerezal
Otra curiosa historia es la que tiene como protagonistas a un agricultor suizo, un cerezal y un romano con más de 4.000 monedas. En el año 2015, un agricultor del municipio suizo de Ueken vio un destello verde que provenía de la tierra de su cerezal. Después de encontrar extrañas monedas en varias ocasiones, el señor Loosli decidió investigar sobre el asunto y contactar con arqueólogos del cantón de Argovia. En su campo de cerezos, se encontraron un total de 4.166 monedas romanas que datan del 294 d.C., es decir, que tienen unos 1.700 años.
El señor Loosli no pudo quedarse con ninguna moneda y se desconoce si ha recibido una recompensa por el hallazgo, aunque, de todas formas, las monedas no habrían tenido ningún valor además del histórico.
Un zar ruso en el Valle del Jerte
No es necesario salir de nuestras fronteras para encontrar leyendas relacionadas con cerezos. Con más de un millón y medio de ejemplares, el Valle del Jerte también cuenta con su particular leyenda sobre el origen de sus campos de cerezos y zonas de cerezal. La mitología popular dice que un zar ruso que buscaba un lugar de reposo en la Península encontró el lugar ideal en el Valle del Jerte. Pese a que el entorno era ideal para el descanso, su esposa sentía nostalgia de su tierra, lo cual la entristecía profundamente. Entonces, al zar se le ocurrió que, para acabar con la tristeza de su esposa, cultivaría un cerezal que con las flores de sus árboles tiñera de blanco los campos, del mismo modo que la nieve lo hacía en su tierra. De este modo, cada primavera, la zarina al ver el campo “nevado” del Jerte podía sentirse como en su tierra.